lunes, 31 de octubre de 2011

The story of my life

Suena el despertador, las siete de la mañana de un día cualquiera. Me levanto y abro la ventana, el cielo está gris, como siempre, y como cada mañana se dibuja una sonrisa en mi cara. Me acerco a la cocina y me tomo una taza de leche caliente con colacao, sí, tengo 23 años y sigo prefiriendo el colacao al café de las mañanas. Me doy una ducha rápida, me visto con lo primero que saco del armario, cojo las llaves del coche y salgo por la puerta de casa. Voy a trabajar al hospital exactamente igual que cada día del medio año que llevo aquí. A eso de las 12 cojo el sándwich que me he preparado, me compro una coca-cola zero y salgo a comer. Mi amiga está esperándome en la puerta y después de saludarnos vamos a Central Park. Nos sentamos en la hierba mientras damos pequeños bocados al almuerzo. Cuando terminamos, compramos un capuccino en uno de los quioscos del parque y cuando nos lo acabamos vuelvo el trabajo. A las cinco termino mi horario y allí está él, en la esquina de la calle, como cada tarde. Nos damos un largo beso y subimos al coche, me lleva a su casa donde tiene la mesa puesta y la cena preparada. Luego nos sentamos en el sofá a hablar del día mientras nos besamos y acariciamos a la luz de la luna. Cuando notó que estoy cansada, nos despedimos, vuelvo a mi casa y, tras ponerme el pijama, me voy a dormir. Vuelve a comenzar la rutina.

Me gustaría pensar que dentro de unos años mi vida será así, pero lo más probable es que ninguna de las cosas que acabo de escribir lleguen a pasar alguna vez, y que, para variar, ocurra algo como en una película. Una en la que la protagonista es torpe y despistada, no tiene ninguna relación seria ni muchos amigos de verdad. Una en la que la chica se va a Londres a cumplir sus sueños y acaba trabajando de camarera. En la película la chica se enamora de su mejor amigo y después de muchos años, se dan cuenta de que se quieren y viven felices durante un tiempo hasta que la chica muere atropellada por un camión. Cualquiera que piense que las cosas de las películas no pueden ocurrir en la realidad tiene razón, no porque no voy a acabar atropellada por un camión (aunque probablemente sea un autobús), sino porque yo no voy a encontrar al amor de mi vida de un día para otro, ni voy a conseguir cumplir todos mis sueños.


lunes, 17 de octubre de 2011

A veces soy imposible, pero solo a veces

Soy una pesimista sin remedio que puede encontrarle el lado negativo a lo más maravilloso del mundo. Creo que es mi forma de estar preparada para las cosas malas, en fin si pienso siempre lo peor, no me llevare una sorpresa. Soy torpe, no hay otra manera de explicarlo, mi vida es un constante deporte de riesgo, me doy contra todas las farolas de la calle, me tropiezo con cualquier cosa que se ponga en mi camino, estoy a punto de morir atropellada unas 80 veces al día y no intentes que sujete algo más de tres segundos seguidos porque es una tarea inútil, acabará en el suelo. La gente me considera una empollona, aunque eso no es verdad, me gusta salir tanto como a cualquiera y me da igual ir de fiesta donde va todo el mundo que tomar un café en un rincón escondido de la ciudad. Me gusta ayudar a los demás en todo lo que puedo y mis amigas te diran que soy alguien en quien se puede confiar. Lo daria todo por ellas, incluso por aquellas que se que no darian nada por mi, pero que le vamos a acer, a veces de buena, soy tonta. Me encanta viajar, visitar nuevos sitios y descubrir todos sus rincones secretos. Mi ciudad favorita es Londres, y si hay algo que tengo claro, es que dentro de unos años viviré alli, saldré todos los días a la calle, mirare al cielo y una sonrisa iluminará mi cara al encontrarme con ese mar de nubes grises, porque al contrario que los demás me encantan los días lluviosos y nublados (aunque a mi pelo no tanto). Supongo que se puede decir que mi primera impresión es difícil, pero estoy segura que si te arriesgas a conocerme no te arrepentirás.